Alma mía, sola, siempre sola,
sin que nadie comprenda tu sufrimiento,
tu horrible padecer...
Fingiendo una existencia siempre llena
de dicha y de placer,
de dicha y de placer...
Si yo encontrara un alma como la mía,
cuántas cosas secretas le contaría...
Un alma que al mirarme, sin decir nada,
me lo dijese todo con su mirada...
Un alma que embriagase con suave aliento,
que al besarme sintiera lo que yo siento...
Y a veces me pregunto, qué pasaría
si yo encontrara un alma como la mía...
María Grever
10 de marzo de 2008
Alma mía
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